Con los ojos verdes de un santo.
Nunca más perderé las fuerzas.
Siempre es culpa mía.
Siempre es culpa de alguien.
Y la velocidad se hace ruido, en los caminos del despertar inquieto.
Una voz se anula y la vespertina unida a la silenciada calle. Nos dice lo estúpido que es que no es luchar. Y querer escapar es de cobardes. Como la voz a lo lejos. En el final del camino o de un día gris y roto de esos días en los que dioses te retan y el universo este idiota como el mundo. Lo único que sé que me queda luchar por la luz que hay en mi. Y la esperanza de un adolescente o un ser que me cuando me grabo para hacer ver . Que la locura es hermosa y la gente es hermosa. Porque tengo un grupo de personas que quiero y adoro. Ayer casi hago el gilipollas. Por escapar lejos. Quizás es que me supera la realidad. A oscuras estoy siempre. Pero no quiero dejar de luchar. E llorado mucho para llegar hasta aquí. Y nadie me lo ha regalado. Esfuerzo y esperanza y paciencia. Lo importante es que la vida la cogí bien y acabo de darme cuenta que mi enemigo es soy yo no nadie más.
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